EL HOGAR …
El hogar donde aprendí a caminar, a correr, a saltar y a vivir; solo disponía de dos piezas de unos tres metros por tres. Era una de las viviendas de un viejo corralón de vecinos, enorme, donde convivían hacinadas unas cuarenta familias repartidas en dos grandes patios. Le llamaban "el Corral del Moro Juan"... Uno de los patios era muy destartalado y redondo, y se unía con la puerta principal de la vivienda a través de un quejumbroso y húmedo pasillo que desembocaba en la calle castilla.
El otro, un poco más pequeño y rectangular, se topaba contra una tapia blanca que daba al río. En esos tiempos no existía el parque de chapina, ni la Expo, ni la corta de la cartuja... La postal que recuerdo del puente de Triana era otra imagen muy otra de la que hoy se ofrece a los turistas en los quiosquillos.
Por lo tanto; soy consciente de que mis reminiscencias son vetustas y añejas, como corona trenzada de noches y de días sobre las sienes de mis recuerdos. El color que tenían para mí las cosas por aquel entonces era similar al de las películas mudas; blanco y negro. Como si la vida de los pobres no tuviera derecho al color...
El Guadalquivir; que bonito nombre, ¿verdad?, corría libre y ancho desde la Sierra donde nace hasta Sanlucar de Barrameda donde muere. Los niños temíamos acercarnos a sus turbulentas orillas. En su caudal se podía percibir el tufo de un peligro traicionero.
Habíamos escuchado infinitas historias de borrachos ahogados en sus aguas, de valentías e imprudencias juveniles sumergidas en sus fondos... Y, también, de algunos suicidios desesperados... Y la verdad que estas calamidades, no invitaban a darse un garbeo, a escondidas, por los lindes de sus márgenes fangosas. Es lo que recuerdo de esa temprana edad, entre los cinco o seis años, que es desde cuando tengo noción de los recuerdos tangibles, ya que los años anteriores son como borrosas nubes fotográficas...
Bueno; como os iba diciendo... lo que más recuerdo de ese tenebroso río, es que se me asemejaba a una gran serpiente hambrienta de color gris ceniciento. Una verdadera fiera que podía devorar en un santiamén a niños, bicicletas, patines... y un sin fin de cosas más. Para mí el río; era un tabú más que prohibido.
El hogar donde aprendí a caminar, a correr, a saltar y a vivir; solo disponía de dos piezas de unos tres metros por tres. Era una de las viviendas de un viejo corralón de vecinos, enorme, donde convivían hacinadas unas cuarenta familias repartidas en dos grandes patios. Le llamaban "el Corral del Moro Juan"... Uno de los patios era muy destartalado y redondo, y se unía con la puerta principal de la vivienda a través de un quejumbroso y húmedo pasillo que desembocaba en la calle castilla.
El otro, un poco más pequeño y rectangular, se topaba contra una tapia blanca que daba al río. En esos tiempos no existía el parque de chapina, ni la Expo, ni la corta de la cartuja... La postal que recuerdo del puente de Triana era otra imagen muy otra de la que hoy se ofrece a los turistas en los quiosquillos.
Por lo tanto; soy consciente de que mis reminiscencias son vetustas y añejas, como corona trenzada de noches y de días sobre las sienes de mis recuerdos. El color que tenían para mí las cosas por aquel entonces era similar al de las películas mudas; blanco y negro. Como si la vida de los pobres no tuviera derecho al color...
El Guadalquivir; que bonito nombre, ¿verdad?, corría libre y ancho desde la Sierra donde nace hasta Sanlucar de Barrameda donde muere. Los niños temíamos acercarnos a sus turbulentas orillas. En su caudal se podía percibir el tufo de un peligro traicionero.
Habíamos escuchado infinitas historias de borrachos ahogados en sus aguas, de valentías e imprudencias juveniles sumergidas en sus fondos... Y, también, de algunos suicidios desesperados... Y la verdad que estas calamidades, no invitaban a darse un garbeo, a escondidas, por los lindes de sus márgenes fangosas. Es lo que recuerdo de esa temprana edad, entre los cinco o seis años, que es desde cuando tengo noción de los recuerdos tangibles, ya que los años anteriores son como borrosas nubes fotográficas...
Bueno; como os iba diciendo... lo que más recuerdo de ese tenebroso río, es que se me asemejaba a una gran serpiente hambrienta de color gris ceniciento. Una verdadera fiera que podía devorar en un santiamén a niños, bicicletas, patines... y un sin fin de cosas más. Para mí el río; era un tabú más que prohibido.
Hasta la próxima ángeles de mis cuentos... (CONTINUARA:::)
Antonio Canales…
Antonio Canales…
Me encanta Maestro
ResponderEliminarGracias mi Beni, tu sí que eres un encanto....
EliminarY aquellos juegos infantiles con triquitraques chupados que nos pasábamos por las manos y caras y de noche se iluminaban por el fósforo (qué peligro!)con brazos llenos de calcamonías...
ResponderEliminarSiiiiii me acuerdo de esos triquitraques ... uffffff. Y de las calcomanías ...jijijii
EliminarTus descripciones son tan certeras que se puede volver a la niñez... Aunque no he vivido ese momento dificil de pobreza para muchas familias, lo he conocido ya que mi familia es muy humilde y pobre. Yo me he criado con una tia rica, pero claro está, he visitado a primos, tios...Lo que más me impresionaba es que no tenían nada y eran inmensamente felices. En cuanto llegaba deshacia mis trenzas y jugaba como una "loka" con mis primos, mis hermanos..., hacia todo lo que en mi casa me prohibian.
ResponderEliminarEsperaré a leer tu siguiente capitulo, ese rio bonito, que para un niño puede ser lo mas terrible, un monstruo que traga todo lo que pilla...
Que maravillosamente narrado, descrito y escrito mi Canales. Tienes el Arte de embelesar cuando bailas, escribes o hablas....Por eso y miles de cosas más...Te amo.
Tu salvajismo y tu sencillez y bondad siempre han estado dentro de ti....
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ResponderEliminarGracias Corazón con patas..
EliminarQue precioso ... me encanta me haces recordar mi niñez en mi corral de la yaya con mis animales , las calles y las bicis ,el barrio ,mis primeros bailes encima de un macrocongelador jajaja con las niñas ����,el chocalate ingles, el cariño de mi padre , mis yayos ..ufff mi padre me venia a buscar con los perros y me enseñaba cosas maravillosas �� que lindo os quiero fuertemente corazon de ternura bondadoso ����Gracias por hacerme viajar a mi hermosa niñez
ResponderEliminarTu siempre has sido un alma pura de la tierra mi Alexia.. te cameloooo
EliminarContinuará...., palabra cargada de un futuro que promete ser mágico, dulces momentos robados a la memoria de un Genio , el punto initial de una trayectoria de sueños, que nos llevará a través de los meandros de tu pasado, Continuará...., pues esperaré mi querido amigo...., un beso fuerte fuerte
ResponderEliminarSi mi Marie, os contaré mi niñez a sorbitos de agua de azahares.... Te quieroooo
EliminarQue narración tan real y al mismo tiempo imaginaria,vista a través de tus ojos de niño, aunque sentías la pobreza, tu imaginación y tú felicidad hacían que lo veías todo de manera diferente. La curiosidad y el interés por todas las historias que se contaban sobre este gran galán de paso, daba pie a respetarlo y al mismo tiempo, tener al Guadalquivir!!! Maestro, que magia tienes cuando tú mano dirige tu pluma y se desliza creando palabra por palabra, un lugar visitado, una emoción sentida o unos recuerdos!!!! Me asombra como nos puedes transportar en tu universo, en tu niñez!!!! Es fabuloso e impresionante!!! Esperando "la suite". Tout Pleins de bisous de parte de "pintora-diseñadora-costure"�� y espero que Lunita haya tenido un precioso día de cumple!!!!
ResponderEliminarCuanto te quiero mi pintora de sueños.... Cuando tu deslizas tu pincel sobre el lienzo te desnudas sin más y haces magia.... Eso intento con las palabras mi pequeña . Aunque me temo que aún soy un aprendiz en deslizar los pinceles... Entre costuras anda tu vida y estoy orgulloso de ti... GROS GROS Bisous a paraes...
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