EL TÉ

EL TÉ 

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…

Me gusta tomar el Té a las cinco de la tarde; aunque a veces sea demasiado tarde...

Tomar un buen Té es siempre una delicia para los sentidos olfativos, gustativos y espirituales... No se como decirlo, acompaña bien, quizás sea El Segundo mejor amigo del hombre... Y si además lo tomo contigo, entonces él Te me eleva al infinito más lejano e impensable... Contigo siempre me encanta a cualquier hora tomar El Té, solos o rodeados de mil gente, con lluvia o con sol, con luz del día o con noche cerrada; a todas horas... Pero no hay nada como ese Té de las cinco en punto de la tarde; aunque algunas veces sea demasiado tarde. Recuerdo tantos momentos en los que tomamos el Té. Algunos de ellos comiéndonos a besos con los ojos, otros en el silencio eléctrico más profundo que envuelve al hastío y al desencanto. Unas tardes enfadados hasta el odio y otras enamorados hasta el delirio... Nadando en la abundancia, o pobres como sin techo, pero nada ni nadie pudo robarnos ese momento nuestro tan intimo de ese Té a las cinco en punto de la tarde, aunque a veces nos pareciera que era demasiado tarde.

Unos atardeceres fueron de estío sofocante y otros de un intenso y endiablado frío... Algunos de ellos duraron una eternidad y otros pasaron fugaces como estrellas peregrinas. Nos dijimos tantas cosas tomando el Té. Hubo temporadas que fue bajo una luz intensa y otras ya con las estrellas como techo, pero la mayoría de ellas fueron a media luz. Así era como más nos gustaba tomar el Té de las cinco en punto de la tarde, aunque la verdad a veces era demasiado tarde... Unos días entrelazábamos los dedos de nuestras manos con pasión desmedida hasta hacernos daño, y otros el angosto espacio que nos separaba se convertía en un océano de distancia. El caldo frío, templado o hirviendo era nuestro mayor aliado... Pero una tarde te marchaste para siempre, y yo me quedé sin abrigo ni consuelo ni ganas de vivir... y decidí no tomar nunca más el Té que no fuese ese, el de las cinco en punto de la tarde; aunque algunas veces nos pareciesen eternas...

Antonio Canales