MORÓN DE LA FRONTERA
Bueno, llegaba a Morón; la tierra de la cal, a las cinco en punto de la tarde... Bajo un sol de justicia mi chofer intentaba trasladar lo que quedaba de mi cuerpo, después de tres galas seguidas distanciadas entre ellas en miles de kilómetros, al hotel donde pasaríamos esa noche... La verdad, sea manifiesta, que después de haber estado en La Bienal de Málaga bailando literalmente sobre una piscina de vapor salobre y peligrosa, me sentía empachado de humedad. Yo deseaba el clima seco y desértico que azota en estas fechas al Gallo y su Frontera. Venía con un dulzor ácido que me embargaba las entrañas, después de inaugurar la 51 edición del festival de Almería, donde me quité la espina del día anterior y, donde la magia del Flamenco se derramó sobre la Plaza de la Catedral... Pero algo en mi hacía incómodo ese viaje y esa noche que me esperaba de emociones encontradas en la tierra de San Miguel...
Llegamos, por fin, y al bajar del coche sentí que me quemaban como a un hereje en las hogueras de la Inquisición. Entramos en la recepción atolondrados y sudorosos y aquello era un horno literalmente... La crisis hace estragos y el dueño solo pone el aire acondicionado en las habitaciones... Con lo cual todo el hotel al completo es un infernus candente... Subí corriendo a mis aposentos y enchufe el aire... Después de un rato de meditaciones y relajaciones y respiraciones y todos los ones que se os ocurran, me quedé dormido como un pajarito. Soñé cuando ese hotel era una casa de citas, centro de reuniones de todas las clases sociales y calenturientas del pueblo. También reviví, con espléndida nitidez, cuando vi vestirse de Torero a más de un Faraón antes de salir a la Plaza. Y, como no, esas recepciones, tertulias y almuerzos llenos de risas y picardía con políticos, alcaldes, artistas y concejales de turno, donde corría el buen vino y la buena sombra... Me reí durante el sueño al pensar que una misma habitación sirvió para la lujuria, la plegaria y el negocio...
... Y comenzó el trance ansiado, deseado y a su vez temido de romper el hielo; esto es un decir, porque en estas tierras de Maria Santísima el hielo es una quimera, de salir a bailar en Morón de la Frontera con el Ayuntamiento y la Policia como escudo y capa, y una multitud de corazones expectantes y con ganas de verme desde hacía muchos años... Fue tal la incertidumbre que respiraba y me oprimía el pecho. que me planté en el recinto a las 10 en punto de la noche, aún sabiendo que yo saldría a bailar sobre las 12:30... Algo insólito en la forma de yo llegar a un teatro y mucho menos a uno de los festivales más vetustos de nuestra tierra, el cual conozco de sobra ...
Pero esa noche lo merecía... Quería beberme a buchitos todos los sin sabores que guardaba en el cofre de mi memoria desde hacía muchos veranos... Y además necesitaba mirar ese; mi pueblo, con los ojos limpios, la frente alta y la cabeza templada.
Me encerré a cal y canto en La Oficina de la policia local, que habían acomodado como camerino para mi en esta ocasión ... Pedí café, agua y un Wisqui doble... Y me dispuse a sacar mi ropa con parsimonia y a preparar aquel ritual como si estuviese en el Teatro de los sueños. Con rigor y veteranía aguanté las dos horas y treinta sin desmayarme, ni acelerarme, ni perderme por los rincones en sombras de mis pensamientos. Escuchando el murmullo y los aplausos del mar de almas que inundaba la Plaza del ayuntamiento, mi corazón entró en un estado místico y profundo. Ya no había vuelta atrás y todos lo sabíamos... llegó el momento sublime y pisé aquella alfombra de suspiros. La gente entró en un extasis y yo me sentí flotar...
Como testigo San Miguel me miraba de frente, igual que un faro en tierra marcando la senda de mi destino. Y Bailé como quise... Y rememoré tantos momentos vividos por aquellas callejuelas. Puerto pescao a mi izquierda. A la derecha la pastelería donde hacen el mejor café del planeta ... Y más arriba la peña, donde me robaron mis besos y mi alma para la eternidad... Después todo pasó muy rápido y fugaz, como un disparo certero y mortífero. Al final se me ahogaron las penas en la casa del Loren comiendo y bebiendo a mis anchas y de gustando sabores divinos y delicados...
Y poco a poco fueron llegando mi gente... Y tomamos las calles de madrugada. Y volví a vivir ese Morón tan puro y tan flamenco... Que hasta el Gallo, de hojalata, me guiñó un ojo cuando volvía embriagado de amores al alba camino mi hotel, y le escuché cantar dos veces... La tercera no me acuerdo porque el sueño me venció....
Antonio Canales
Maravillosoooooooo. Que grandísimo placer he tenido leyendote. He vivido y sentido contigo todas las situaciones, emociones, sentimientos. Tienes una sensibilidad que transmites en cada palabra. Cuanta emoción mi niño, que momento mas dulce y maravilloso en esa tierra tan querida. Gracias por tu precioso relato. Te quiero mucho, mucho. Siempre te leere frente al mar...
ResponderEliminarQue bonito estos sentimientos arrebatados que hoy derraman tus palabras.... te quiero infinito mi Rosa,,
EliminarExquisito relato Antonio, cuantas veces me pregunte como pasas esas horas antes de actuar, gracias por compartir esos momentos íntimos, te siento muy cerca, casi te toco, me siento a tu lado, y comparto tus sueños,a falta de compartir un doble wisky...., que yo prefería un doble ron añejo...
ResponderEliminarTe amo,pero chuuuuut,es mi secreto...
Un beso enorme y mucho mucho cariño
Tus secretos enturbian mi amanecer de emoción... Yo también me tomaba a tu lado un ron doble de buena caña, como tus huesos muchacha.. Te quiero muchoooooo
EliminarTu me transportas maestro querido ..parece que viviera y cada relato ..Te adoro Titi querido gracias por tanto
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