RECUERDOS ENVENENADOS DE AMOR

"RECUERDOS ENVENENADOS DE AMOR"

Aquella mañana, luminosa y radiante, me había levantado como de costumbre antes de que el sol la convirtiera en realidad... Cuando abrí las pestañas, la madrugada dormía envuelta en una sábana de niebla espesa y húmeda... Pero yo sabía, de sobra, que el sol acabaría por destaparla de ese sueño turbio de Otoño... Con más lentitud de lo habitual comencé a preparar mi maleta para marchar cuatro días a Verona... Se me hacía un viaje cómodo y lleno de recuerdos y encuentros... Ya que volaba a las tres de la tarde en un vuelo directo a Bergamo, la fragante y bella y montañosa Lombardía, y en tan solo una hora y cincuenta minutos estaría al pie de los Alpes.. Allí me esperaba mi gran amigo y Artista Livio, para después encontrarnos con Mara y pasar una noche de cena, risas, vinos y comida Valtellinese de esas montañeras y sabrosas... Todo un encuentro el cual estábamos deseando que ocurriera...

Estaba preparando mis enseres cuando mis pensamientos volaron al pasado, casi sin darme cuenta, y me quedé sentado al borde del tálamo con unos calcetines de medias entre las manos a medio doblar... Me vi como un fantasma paseando por sus calles con los ojos hinchados de dolor y pesadumbre... Las lágrimas me impedían contemplar tanta belleza, y el desasosiego que me embargaba no dejaba lugar a disfrutar del milagro que esa ciudad lleva pegado en su frente... He viajado varias veces y en varias edades a esa ciudad del Veneto, pero en esa ocasión mi alma estaba herida de desamor...

Tenía una especie de gracia amarga estar donde el Príncipe Romeo y sentirme un verdadero pordiosero del Amor... Y mis ojos inyectados en sangre y veneno, solo tenían un cristal de furia, odio y desencanto hacia todo aquello... Que cosas tan innecesarias hacemos cuando dejamos nuestra vida en manos de otra vida, y; cuando esta se desvanece, ya nos convertimos en una sombra que respira y nada más...

De repente la cafetera me sacó como un resorte de tan malas telarañas que se habían instalado en mis seseras;  entretejiendo mis pensamientos de amargura, y el olor al buen café de Colombia, que tengo en la despensa, me devolvió a la vida y a la maleta... Ha habido veces que no he querido celebrar ningún tipo de fiesta, navidades incluidas, o cumpleaños propios, o lo que sean motivos de alegría, porque el ser humano es lo más masoquista que hay sobre la faz de la tierra... Y uno se cierra en ciernes y no quiere consuelo, ni mucho menos, uno quiere morirse... Es como si perdiésemos el equilibrio en toda su magnitud... Una vida sin equilibrio esta abogada, sin remedio, a tener que arrastrarse cual serpiente ciega y sorda.

El equilibrio es una de las cosas más importantes en nuestros cuerpos y en nuestras almas... cuando andaba inmerso en todos estos sentires y pensares, de pronto una mano amiga y cálida se posó en mi hombro y me susurró al oído un te quiero Antonio, seguido de; me pones un café como a mi me gusta...?

.. y llegué esta vez a Verona sano y salvo....

"Puedes pedir lo que quieras, menos el amor.... "

Antonio Canales.