VERANOS INTERMINABLES
Hola: ángeles de mi corazón... Soy, el cuenta cuentos de La Danza….
...Aquellos veranos eran interminables. Recuerdo que tenían muchas horas de luz. De una luz brillante y poderosa, hasta las noches se me antojaban iluminadas... La gente dormía poco en esas fechas del calendario... Las puertas de los cobijos abiertas de par en par; para que entrara el frescor de la madrugá, y se hiciera más llevadero el necesitado descanso. Lo sonidos humanos de todas clases, y los murmullos acompasasdos y febriles formaban parte de nuestro existir. Por las mañanas pasaba el que regaba las calles, y los niños salíamos a las aceras a pedir que nos enchufara la mangera sobre nuestros cuerpos ardientes y sudorosos... Nos lo pasábamos en grande... Por las tarde, un carrito de madera con una sombrilla blanca y pintado de colores alegres, hacia las delicias del personal, era el vendedor de los helados... Las Napolitanas eran el helado estrella. Una especie de cilindro de vainilla y fresa o chocolate, que además alimentaban; no como los de ahora... Ibamos al cine de verano de la calle Alfarería, o al de la calle Rocío.. Con nuestras pipas y nuestras botellas de cristal "La Casera" llenas de agua fersquita.... Vivíamos las peliculas de Indios y Vaqueros a gritos, y las de karate a golpes verdaderos... Nuestro veraneo consistia en ir a Chipiona o a Matalascañas en el autobus de linea, y volver achicharraos por la tarde llenos de arena, sal y sol.... Algunas veces en Triana, la Hermandad del Rocío ponia unos autobuses algo mas comodos, y entonces el día se pasaba mucho mejor... En una de esas salidas veraniegas fue la primera vez que vi el mar en Sanlucar de Barrameda. No estaba azul, ya que el día se levantó nublado... Y al bajar del Autobus y verlo ante mis ojos; me recordó a mi Rio Guadalquivir, pero, claro está, me faltaba algo, siii; poder ver la otra orilla y, además, esta masa de agua y espuma estaba mucho mas revuelta... Lo que más recuerdo era su penetrante olor, cuando al entra en mi boca y mi nariz senti el picor de la sal ... y los ojos se me llenaron de lagrimas saladas. Busqué con la mano a mi madre Pastora que observaba con entusiasmo mis reacciones, y ella me la mantuvo apretada sonriendo como una niña de mi edad...Tambien su música acompasada y monótona me dejó embelezado y casi mareado todo el día. A la vuelta, habían sido tantas emociones juntas, que pasé todo el viaje dormido con el sonido del mar aun retumbando en mi sueños.
Nosotros no eramos conscientes, en esas fechas, de la mano negra que oprimia a nuestros mayores sin compasión. Ni del miedo que inundaba los hogares, ni el odio que flotaba aún en el aire, cicatrices espantosas de la recien acabada maldita guerra civil.... Eramos niños pobres y felices, llenos de huesos, de canciones y de vida....
(CONTINUARA)
Maravilloso despertar al mar, lo cuentas de tal manera...Tengo la sensación de vivir mi primera vez...Te imagino maravillado ante la grandeza del océano momento único e inolvidable. Los helados, en Madrid eran "cortes" estaban riquísimos. Bellos recuerdos mi Antonio, los niños eramos felices porque inocentes de lo que nos rodeaba no sabíamos de penas, lo nuestro era jugar y soñar (esto ultimo sigo haciéndolo)
ResponderEliminarLlevo una mala racha, soy consciente de ello, pero eso tampoco me impide soñar...
Gracias por estos momentos de niñez recobrada, por tus hermosos Cuentos que dan vida a mi vida. Te quiero mi niño
Ánimos te deseo desde lo más profundo de mi corazón.... Wapaaaaaaa
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