MADRE SOLO HAY UNA

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza

...Con aquel gesto de mi madre Pastora hacia mi desgraciado suceso en el río, aquel desafortunado día de agosto, me demostró que sería siempre la gran aliada de mi vida entera... En aquellos años de hambre y miseria yo no sabía que existía el papel higiénico; no lo había visto jamás... Nosotros utilizábamos hojas de papel de periódicos que mi tío Alejandro nos hacía llegar desde la central de Correos; ya que él trabajaba allí, o trozos de papel de estraza duro como el cartón. Mi padre Antonio siempre organizador y previsor comenzó a traer; ocultos en el canasto, tacos de un tipo de papel celofán suave como la seda, sobre el que se estampaba en la Cartuja las tintas para decorar los jarrones, platos, tazas y lámparas... Desde el día que descubrió aquella maravilla nuestras posaderas conocieron la gloria bendita, y ya nunca nos faltó en casa... Eran parecidos al papel celofán, pero de mucho mejor tacto y calidad y resistencia. Ya que estaban preparados para soportar unas temperaturas endiabladas en la prensa del estampador, oficio del que más tarde fui heredero y donde pude comprobar de primera mano y con asombro de donde procedían esas maravillas higiénicas con las que daba gusto visitar el común. 

Las tintas incandescentes a más de cien grados caían sobre ellos sin prenderse en llamas, y un rulo enorme envuelto en una estopa lo presionaba sobre la plancha a cientos de kilos... Pero, a su vez,  tenían que ser flexibles como plumón de ganso y muy frágiles, para cuando pegados en la loza de la cerámica pudieran con solo humedecerlos desprenderse de la pieza y dejar estampado sobre ellos el paisaje o la flor...

CONTINUARÁ ...