LAS ABUELAS

LAS ABUELAS

Hola: ángeles de mi corazón... Soy, el cuenta cuentos de La Danza…
Lo que saben las abuelas...
Fueron muchas las historias que me sucedieron durante aquellos inviernos en esos patios de vecinos, los buenos ratos que pasamos en casa con la abuela Manuela. A buen seguro he olvidado bastantes cosas, pero algo quedó especialmente grabado en mi memoria, algo tan valioso como un frasco de perfume que conserva en su interior los maravillosos efluvios de la infancia y me devuelve, cada vez que lo abro, un paraíso que creía perdido para siempre, inefables sabores y fragancias que se derraman sobre mí como un bálsamo y únicamente por gracia me son concedidos. Escucho entonces los ecos de las palabras que otrora se pronunciaron, las imágenes del pasado se despliegan ante mís ojos como si alguien proyectara una linterna mágica desde la sombra.
...En cada patio habia unos lavaderos comunes con pilones de granito puro y duro...y unos sanitarios paupérrimos y cochambrosos, a los que esta palabra, Sanidad, les quedaba demasiado lejos... Pues andaban paseando a sus anchas y largas, por entre sus puertas, una selva entera de bichos salvajes, por muchos mataratas, polvoras, amoniacos, desinfectantes y demás productos abstergentes y determinantes... Mi abuela no nos dejaba por nada del mundo usar estos cubículos, decia que podíamos infectarnos y morir de lepra...Que eso no era para niños como nosotros que aunque pobres, limpios como los chorros del Oro. Eso no quita que más de una y de dos veces estuviésemos plagados de piojos, o de lombrices... Mi abuela Manuela era mi devoción, y vivia con mi tia Maria; la unica hermana de mi padre, en el patio de al lado del nuestro. Ella nos tenía preparado un cubo de plastico que utilizábamos para nuestras necesidades, en verano en el patio trasero de esa tapia blanca donde acababa el cuarto de mis padres y que daba al Río, y en invierno dentro de casa... Nos bañábamos una sola vez a la semana en un baño de zinc grande e impecable, que en verano; normalmente los sábados, calentaban en la azotea, e ibamos metiendonos en él uno trás otro... En invierno calentaban ollas y hacíamos la misma operación... Pero a diario, en una palangana rosa, nos lavaban con un trapo humedo todas las mañanas... Para dormir mi abuela Manuela nos contaba cuentos, leyendas e historias mágicas de gitanos que andaban errantes por el mundo con sus carros, sus Osos y sus músicas... y yo me quedaba extasiado en su regazo como si fuese un liquido amniótico negro como el tizón, ya que yo nunca recuerdo verla sin el luto que guardaba tras la muerte de mi abuelo... Como un cuervo negro, con su carita de virgen santa, pasaba sus días y sus noches... Siempre lo tuvo encima , y también debajo de sus sayas... y con Él la enterramos al final....


CONTINUARÁ...

2 comentarios:

  1. Las abuelas, seres sabios, llenos de ternura y amor ( no todas). He leido con deleite tu texto. Ese perfume que te queda de tu abuela, esos recuerdos tan bonitos y tan bien contados y escritos. Que placer poderme sentar y leer tan bello Cuento. Hoy mi mente está sobre algodones, hago cosas, camino, he ido a hacer la compra para mi tia (91 años)...Todo, todo lo he hecho como si yo no estuviera aqui. Desde esta mañana vivo en un sueño constante. Saber que vienes, es , no , no puedes imaginar...
    Te mereces todos los premios del mundo, no porque los que te queremos lo pensamos, sino porque TE LO MERECES POR MERITO PROPIO. ENHORABUENA MAESTRO.Te quiero

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