LA TIERRA DE UR

TIERRA DE UR 

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…

Las tablas reales son uno de los juegos más antiguos de los que tenemos constancia los seres humanos. Los historiadores aún hoy discuten acerca de su origen, si bien todo parece apuntar a que ya existían juegos de características similares hace 5000 años. Se cree que el antecesor de las tablas reales pudo ser el Juego Real de Ur, encontrado durante unas excavaciones en la tumba de un rey sumerio en la ciudad mesopotámica de Ur, en el actual Irak. Sin embargo, un descubrimiento posterior parece anticipar la fecha de nacimiento del backgammon alrededor de 100 o 200 años, al encontrarse una mesa de juego durante unas excavaciones arqueológicas en la ciudad de Shahr-i Sokhta, en el actual Irán. 

Y entre Irak e Irán seguía nuestro periplo. 

Aquel día de aquel verano abrasador con temperaturas rozando los cincuenta grados, era el día en el que iba a tener lugar nuestra Presentación.  Bailamos en un bellísimo y gran recinto, hoy tristemente desaparecido, el Teatro Nacional de la mítica y legendaria ciudad de Bagdad, antes llamada Ciudad De La Paz. En la que habitaban en esos momentos más de seis millones de almas presas y confusas.

No pude disfrutar en ningún momento desde que puse mis pies en aquel antro tomado y vigilado bajo un riguroso control militar desde las puertas, a camerinos y hasta en los techos. Solo me hizo un momento feliz ver aquella multitud con ganas de arte y hambre de vida pese a la barbarie que los rodeaba. Dos días antes nos habían llevado a la Embajada de España para darnos la bienvenida y con el consiguiente ágape, en los fastuosos jardines aledaños a la mansión, hacernos creer que lo que iba a ocurrir eran cosas de la casualidad... Comenzaron a sonar unas sirenas largas y constantes por los altavoces, que me parecieron en un principio los bomberos, y algunos de los del grupo que les salía las gracias por las orejas soltó a voz en grito- algo en el horno se quema!!!... ; nada más lejos de esto. Prestos y con cautela, pero sin alarma aparente, nos acompañaron muy amablemente el séquito de criados y ayudantes hacia el fondo del gran jardín, y en unos ascensores bajamos cinco pisos a las entrañas de la tierra, con nuestros Finos la Ina en las manos y las caras de desconcierto y terror a la vista. Al salir del lujoso ascensor fuimos consciente de la situación: Irán nos bombardeaba, así; como lo contaba Gila en su teléfono, los ataques tenían lugar entre las 6 y 6:30 Am....  Os podéis imaginar la experiencia. 

Comenzó a sonar un piano de cola con músicas de Albeniz y Granados y algo de Julio Iglesias... Los camareros nos ofrecían verdaderos manjares y todo seguía aparentemente festivo, como si hubiésemos bajado a una bodega en Jerez de la Frontera adornada con barriles y tapices, alfombras y unos candelabros maravillosos. El embajador con su sonrisa espléndida parecía querer decirnos:- tranquilos muchachos, y llenarnos de confort y confianza, pero la verdad yo había perdido hacía un rato hasta el recuerdo de mis apellidos y maldecía por lo bajines mi suerte... Todos los flamencos no fuimos agolpando sobre una esquina del búnker de lujo buscando el calor y el consuelo, y empezamos a aguzar los oídos en silencio para poder escuchar los impactos. Temerosos nos negamos a beber ni una gota más de alcohol.

Cuando se nos acercó nuestro representante dicharachero y quitándole importancia al asunto nos dice: - no tengáis temor, aquí estamos a más de 50 metros bajo tierra y no escucharéis nada de nada. Estaros tranquilos que esto es más seguro que la gran vía, o algunos de vuestros barrios a partir de las doce de la noche; que bonita broma verdad.?

Cuando volvíamos al hotel aquella tarde, que jamas podré olvidar, no dábamos  crédito a lo ocurrido. Todos intentamos llamar a nuestras familias desde la operadora del hotel, y, los que logramos conectar con el mundo exterior comprobamos boquiabiertos que aquellos bombardeos ni salían en las noticias...

Yo acabé borracho aquella noche, con otros cuantos, por los pasillos del hotelito....

Antonio Canales