PASTORA

PASTORA.

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…

Y gracias al que todo lo puede que mi madre posee ese lado oscurantista de los gitanos faraónicos y buhoneros… Y fue ese maravilloso lado oscuro y místico el que alimentó la semilla artística que reposaba inocente nadando en mi sangre. Y, menos mal, porque con los ortodoxos te llevas unas sorpresas y unos sustos... Que acaban ahuyentando hasta los efluvios mas impresos y primarios...

... Y es que en verdad nuestra familia es muy particular, pero yo teniéndolo a él, al arte me refiero, que he reconocido desde que era un bebé de meses (esa fue una escena inolvidable, pues sólo llegar al mundo, mi madre Pastora me llevó a su dormitorio, me despertó y me soltó de sus brazos sobre la cama. Yo, pobre, claro, me puse a llorar, sudaba como un cirio y yo le miraba sin entender lo que me estaba haciendo. Al cabo de nada mi mama me cogió de nuevo, y me revolvió en la cama y me dijo, con una sonrisa de oreja a oreja: "Ya está. Solo quería ver con que genio te recogías y te revolvías en el abismo, y ya lo he visto"). Sé que podrás ya con lo que sea.

Ella es la que me lo contó y la que nunca falla... Ahora me río, recordando los paseos por Sevilla juntos, cuando era todavía muy chiquitajo pero ya esplendente. Yo vivía seguro y feliz, eso que notas que llevas un árbol al lado. Eso que yo notaba tan robusto era Pastora; mi madre.

Yo era, para ella, como un juguete irrompible, una vez me dijo: -"Tú eres el más raro de la familia". -"Ah, sí, pues pensaba que la más rara de esta casa eras Tú. Ahora ya somos dos dijo". Y nos miramos y sonreímos.

Antonio Canales