QUE FEA ES LA VEJEZ.

QUE FEA ES LA VEJEZ

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…

Hoy desperté con el sonido alegre y risueño de cientos de campanas rompiendo el cielo de París, y, trayendo sobre el aire fresco del amanecer una grandiosa sinfonía de esperanza sobre los balcones de la ciudad del amor.
Sin pensarlo, ni mucho ni poco, baje en pijama a la Calle de Mercadet en pleno corazón de Montmartre. Aquí esto no es algo inusual ni que vaya a provocar ningún tipo de escándalo, ya que este barrio precioso y soñador es como un pequeño pueblo dentro de un inmenso universo. Quería sentir el tañer de los campanarios bucólico y furioso del Domingo de pascua, y ver las caras de la gente deambular por las estrechas callecitas de este quartier fabuloso, cueva de artistas y bohemios. Sin embargo, algo fuera de ritmo me llamó la atención. 

Los viejos estaban más viejos, los jóvenes más exaltados y briosos, los adultos más apáticos y desganados, y los inocentes más asustados con la vida pegada en sus pestañas sin entender, en absoluto, todo este despropósito que el ser humano se empeña en construir durante su existencia.
Nacemos del amor, normalmente, pero casi siempre morimos con una gotita de El, después de exprimirlo todo sobre el charco de la desolación, la soledad  y el desaliento más cruel. Parece ser que a los viejos solo los quieren los suyos, y algunas veces ni ellos. Que cosa tan descarnada y egoísta. Creo que a las personas mayores le faltamos todos nosotros y también ellos mismos se hacen falta a rabiar. Ellos deben ser La Corona de la felicidad andando por el mundo, orgullo de haber sobrevivido a muchas batallas, pasiones y desenfrenos. Sus pieles cuarteadas son un verdadero pergamino de belleza. Sus cuerpos arqueados y maltrechos esculturas vivas de superación y vida; mucha vida, hasta el último suspiro hay que tener mucha vida. Pero el problema empieza mucho antes, cuando ya nos sentimos feos y no nos gustan nuestros cuerpos, ni nuestras canas, ni nuestras carnes flácidas. Cuando ya no nos sentimos queridos como deseamos y empezamos a odiar nuestros propios olores a mortandad. Entonces, normalmente, al ser humano se le agria el corazón antes de lo debido. Y entonces se infla de amargura y comienza a tenerle fobia a la existencia y a las existentes. Esto es algo que no deberíamos practicar de ninguna de las formas. Somos bellos siempreeeee. Olemos bien y mal siempre... Y como castigo amaremos siempre, esa es nuestra herencia y nuestra razón.

Disfrutemos de cada etapa de nuestra existencia, ningún tiempo pasado fue mejor. Cuando pasamos la cincuentena, cosa impensable no hace tanto tiempo, debemos sentirnos privilegiados, en vez de ir por el mundo con una mochila de resentimientos amargados, pesados e insoportables de sobrellevar, deberíamos cargar con un canasto ligero de flores en el corazón. Porque cada día ya es un regalo, porque cada instante es un verdadero milagro, porque cada amanecer es una nueva Resurrección. Así tendríamos un mundo mucho más amoroso, a compás y feliz. No amargaríamos a los infantes, despreciaríamos a los mayores, odiaríamos el aliento de nuestros coetáneos, y envidiaríamos la belleza explosiva de los jóvenes. Porque creo, aún con más fuerza y convicción, que los secretos del mundo y la vida en Rose comienza a los cincuenta años. Lo de antes de los 50 es solo un fuego uterino y prostático de Primavera, y lo de después de los 70 un frío orgasmo fallido de invierno... Así que; aunque sea consuelo de tontos, vivamos nuestra madurez con hermosura y alegría, y conseguiremos que el equilibrio del mundo sea un jardín de flores perfumadas y maravillosas,  y no un río insalubre de cadaveres vivientes..


Antonio Canales

6 comentarios:

  1. Alex Leonard amaya2 de abril de 2018, 6:08

    Vejez hasta le da un tono malo pero es de sabiduría mi Padre fue cuando más abrio su corazon y ciando le cortaba el.pelo en la terraza me contó las poquitas cosas que se de El y las recuerdo vaya si las recuerdos poniendole el espejo y preguntarle Papa te gusta y decia siempre Si!!!! Juani hace de,auxiliar geriatria y ams sus abuelos y trabajo estuve con ella de mantenimiento y me hacian regalos los abuelos y tenia mis mimados y recuerdo un.italiano no pongo su nombre por privacidad que cuando se levantaba de su silla de ruedas me sacaba una cabeza y el dia ese que se lo llevaban a otra residencia no pude más que dos minutos estar frente a El y despedirme cosas de la vida a flor de piel te camelamos Antonio de corazon

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    1. Que cosas tan bonitas y llenas de sentimientos me cuentas Alex. Me haces rememorar esos recuerdos con tu papá y se me llenan los ojos de lágrimas. Claro!!! Así es la Juanilla de sensible y Gran corazón..... Recibe muchos muchos besitos mi amigos.

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  2. No es la vejez lo que me asusta, es perder la memoria, mis recuerdos, no saber quiénes son mis seres queridos, no saber quién soy yo. Pero el resto...No me siento mayor, no me importa. Sé que mi cuerpo ha cambiado, que el pulso no es el mismo...Que los años pasan...Por ahí dicen que es ley de vida, yo prefiero saltarmela de vez en cuando.
    A veces debo de parecerte cansina o mal educada por mis comentarios, me olvido de mis años y soy la loka que era siendo joven. Soy impulsiva y suelto lo que se me pasa por la cabeza...
    Que decirte de tu texto: Es maravilloso. Te quiero mi amigo del alma

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    1. Siiii, la memoria nos mantiene vivo el motor de la ilusión. Cuanta razón tienes. Hay que ejercitarla para que ella nunca se duerma. Muchos besos y gracias siempre por existir y por tus piropos alma cántaro.

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  3. Juana Méndez Gonzalez2 de abril de 2018, 13:27

    Querido Antonio me ha emocionado tu relato al punto de asomarse dos cristales de agua en la orilla de los ojos, increíblemente hermoso como tu corazón y sensibilidad

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    1. Que bonito lo que dices Duendecillo. Te camelo mi amiga. Y te admiro.

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