PARIS Y LOS GARBANZOS
Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…
Uno de esos inviernos de los tantos que he pasado fuera de mi terruño, en esta ocasión era Paris; donde vivi los mejores años de mi mocedad, ocurrió algo insólito. Se acercaban las fechas navideñas y era la primera vez que iba a pasar una Navidad lejos de mis seres queridos. A esto que unos amigos muy amigos, entre ellos la mujer con la que más tarde compartiría mi vida entera, querían darme una sorpresa y cruzar España y Francia en un dos caballos de aquellos con las chapa como una lata de sardinas, las ruedas de una Lambreta y bastante trotando ya, para plantarse de lleno en la ciudad del amor en pleno Boulevard Saint- Michel quatre-vingt-quinze, que es donde yo tenía una piecita de amor fascinante donde contemplaba extasiado los tejados del barrio latino, la Torre Eiffel y Notre Dame de Paris, saliendo al exterior por la ventana del techo de mi Buhardilla. Aquello no daba para muchos eventos de invitados dada su estrecha capacidad, pero cuando el corazón es grande, las ganas inmensas, la juventud arrebatadora y la bohemia un mantra poderoso en tu vida, donde caben dos pueden caber una multitud. Y así se dispuso todo, ellos serían tres y junto a mi aquella pieza Parisina sería un salón de Versalles calentito aquella tremenda navidad. Ese año aún se recuerda en Paris por la ola de frío siberiano que convirtió a la Senna en una explanada de la Ponía... Recuerdo que íbamos a trabajar y a ensayar con los trajes de esquiar y también, que más de un día nos fue imposible llegar a Creteil soleil por que se helaron todas las puertas de la ciudad.
Se pusieron en camino y llenos de mantas, velas, mazapanes, anís y panderetas comenzaron su periplo desbordados de entusiasmo y gracia. Me traían la lotería de Doña Manolita y, lo más importante, un tuppers con tres kilos de garbanzos que estuvieron en remojo la noche previa, y una olla exprés que habían comprado y donde habían metido todos los avios para hacerme un buen puchero la noche del 24. Su intención era llegar el día de la lotería de Navidad y habían calculado pasar tres noches de viaje antes de llegar durmiendo en el Dos Caballos de un amarillo furioso, lleno de pegatinas de los Rollings, Triana, Bob Dylan y Camaron entre otros símbolos de paz y amor...
Poco les duró la gracia y al llegar a la frontera al pie de los Pirineos comenzó a caer una nevada de esas de película, y tuvieron que esperar a que amainara para que de nuevo diesen paso a la procesión de estos iluminados. Habían pasado ya una noche en el coche maravilloso, y entre la ginebra y la gracia envueltos en mantas y cariño no sintieron el frío intenso con el que se cubrió aquella noche de invierno el endeble techo de aquella máquina prehistórica.
Para no dar muchas vueltas, porque aquello da para escribir un libro, se encajaron el día 26 de Diciembre con las orejas llenas de sabañones y a punto de la hipotermia. Esos cinco días fueron para mi un calvario. En esa época no había móviles ni internet. Yo no tenía teléfono en la romántica buhardilla ni televisión. Y por muchas horas les di por muertos o caídos en un barranco incomunicados con el mundo. Pase la noche del 24 viendo nevar sin parar tras los cristales del ventanuco y comiéndome la docena de Pa au chocolat que había compro para ellos.
Pero lo mejor de toda la Odisea fue, que a los dichosos garbanzos les habían crecido rabos....
Nuestro gozo en un pozo, pero eso sí; de divertidas risas...
Antonio Canales
Tremenda historia. Eres único Dios te siga bendiciendo este y todos los años que le sigan...
ResponderEliminarTe camelo mi amigo... y te deseo todo lo más bellos del universo..
EliminarJajajajjjjj...la intrépida juventud...
ResponderEliminarSiiiiiiii ajjajajaja
Eliminaray Antonio ! por fin nos cuentas algo de tus años parisianos...hihihi pues yo también estuve en una buhardilla, en la avenida de la ópera, pequeña pero muy acojedora, y igualmente un año, un novio madrileño me llamo una tarde diciendome voy no puedo más , y toda la noche viajo hasta llegar a las 7 en punto, cuando yo hiba a la facultad..., fíjate se llamaba Antonio, Antonio Escudero, hasta ahora me acuerdo de su apellido, me traia no garbanzos, sino polvorones, anis y flores...que bien lo pasamos en 12 metros cuadrados...es que París....cuando quieres ser romántico no hay otro lugar que tenga esa magia verdad???
ResponderEliminarUn abrazo enorme mi querido amigo, lo único malo que recuerdo es que en esas buhardilla no había 'toilettes'y te helabas 'Las partes nobles de tu anatomia'cuando lo necesitabas y eso no tenia nada de romántico 😂😂😂😂😂😂😂
Esos años 80 fueron tremendossss jajajajajaja besossssssss a pares
EliminarMi Antonio por lo que leo debió ser invierno del 84, yo estaba en Les Ardennes. Tuvimos hasta 30 bajo cero. Pobrecito mio habríamos ido a buscarte e invitarte a pasar Noel con nosotros.
ResponderEliminarLa historia es bonita aunque no saliera como querían, hicieron algo maravilloso por pasar la Nochebuena contigo. Esos garbanzos echando raíz, jajajajajajaja.
Mi niño que vivencias, verdad? Yo también he pasado alguna que otra " rarilla"
Muchas veces cuando te leo, hablo contigo. Estoy como una cabra.
Te quiero, te mando abrazos y besos a miles
Siiiii, son recuerdos que construyen los andamios de nuestra existencia..... Te camelooooo
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