LA SEPARACIÓN

LA SEPARACIÓN 

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…

Cuando llegué a mi casa esa noche, llovía a mares, mientras que mi pareja disponía la cena, le agarré su mano y le dije, tengo algo que decirte. Se sentó y comimos en silencio escuchando caer sobre el techo el diluvio universal. De tanto en tanto le miraba con un nudo en la garganta y vi con claridad el dolor tatuado en la retina de sus ojos. De pronto no sabía como abrir mi boca. Pero tenia que decirle lo que estaba pasando. Sin pensarlo más le solté a bocajarro: quiero que nos separemos. Al principio no pareció disgustarse por mis duras palabras, y me preguntó suavemente porqué?. Yo no tenía argumentos suficientes y me limité a bajar la cabeza.

Esa noche no hablamos ni una palabra, pero yo sabía que era lógico que quisiera saber que estaba sucediendo con nosotros, más no pude contestarle. Solo sabia que la ilusión y el cariño se había perdido en mi corazón hacía ya algún tiempo. Ya no le amaba, y solamente le tenia lastima...

Con un gran sentido de culpabilidad, escribí un acuerdo de separación y en este acuerdo le cedía la casa, el coche y el 30% de nuestros ahorros. Recuerdo con un dolor infinito cuando miró el acuerdo y lo rompió a pedazos arrojándolos hacia el infinito y esparciendo su desdicha por el salón de nuestro hogar...

Habíamos pasado diez años de vida y confidencias juntos y ahora éramos como extraños. Me producía una gran lastima todo aquello, por todo el tiempo perdido, por todas las ilusiones y energías derramadas sin sentido, pero ya no podía cambiar, no le amaba y, no era justo hacerle mas daño. De pronto se desató una tormenta de verdad, y empezó a gritar y a llorar con tal ímpetu como para desahogar la furia y sin razón de todo el planeta entero. Entonces fue cuando tomó fuerza mi decisión, y ahora era aún mucho más clara para mi. Al día siguiente llegué a casa y le encontré escribiendo en la mesa. No cené y me fui a dormir, estaba muy cansado de haber pasado el día luchando con mi propia conciencia. Cuando desperté, todavía estaba escribiendo en la mesa. No me he importó, me vire y seguí durmiendo. Por la mañana, antes de marchar al trabajo, me hizo saber sus condiciones para La separación: no quería nada de mi pero necesitaba un mes de tiempo antes de que me marchase definitivamente al sur con mi madre... Me pedía que por un mes tendríamos que vivir como si nada y llevarnos con total normalidad. Su razón era simple, nuestro hijo; que habíamos adoptado unos años atrás, tenía todo ese me exámenes y no quería molestarlo con nuestro amor quebrantado. Yo estuve de acuerdo, pero aún tenia otra petición, me pidió que por ese mes, todo los días llevásemos en el coche juntos a nuestro hijo hasta  la puerta del colegio.

Pensé que estaba perdiendo la cabeza, pero para que la fiesta fuera en paz acepté. Estaba seguro completamente que nada me podría apartar de mi decisión.

Mi pareja y yo no teníamos contacto físico desde antes que le expresara mis intensiones, así que cuando montamos todos en el coche el primer día, los dos nos sentimos mal. Nuestro hijo sin embargo iba detrás aplaudiéndonos y diciendo; los papás llevan al instituto al niño más guapo del planeta. Sus palabras me causaron muchísimo dolor. Bajamos del coche los tres y caminamos los 10 metros que separaban la calle de la cancela del instituto. Nos despidió con un beso, uniendo nuestras manos como los mosqueteros, vi que mi pareja cerró los ojos y me dijo en voz baja, no le digas a nuestro hijo que nos vamos a separar. Le señalé que si con la cabeza un poco disgustado. 

El segundo día, los dos estábamos mas relajados, hacía mucho calor y pude sentir su fragancia al desabrocharse los botones de la última blusa que le había regalado por su cumpleaños. De repente me di cuenta que hacia tiempo que no le miraba detenidamente. Y también me di cuenta que ya no era tan joven, tenia algunas arrugas, algunas canas, y era notable el daño de nuestro deterioro sentimental desde hacía un tiempo. Por un momento pensé y me pregunté, que fue lo que le salió mal?

El cuarto día sentí que la intimidad estaba regresando entre ambos, y en el quinto y sexto día seguía creciendo más y más, no le dije nada al respecto. Pero sentí con mucha fuerza que cada día era mas fácil el trayecto acordado, y el mes se iba corriendo. Por un momento pensé que sólo me estaba acostumbrando.

Una mañana estaba mirando que ponerse, se había probado muchas cosas pero no le servían! quejándose dijo; mis ropas se han puesto grande! y fue ahí que me di cuenta que había adelgazado mucho.

Nuestro hijo entró al cuarto y dijo; papás llegó el momento de que sepáis que estoy enamorado, nuestro  hijo al ver a sus padres que día tras día cargaban con El hasta la puerta del colegio, se le llenó el corazón de una confianza que antes no tenia; y aquel ritual se había convertido en una parte esencial de su vida. Mi pareja lo abrazó, yo viré mi cara y por primera vez sentí temor que cambiara mi forma de pensar.

El último día de aquel mes inolvidable le abracé para despedirme como dos buenos amigos, y algo me hizo temblar, no quería moverme, le dije, no me di cuenta que ya no teníamos intimidad, mi hijo estaba esperando para la escuela. Ese día no pude acercarles y salí corriendo para la oficina.

Salí del coche sin cerrar la puerta, subi la escaleras a toda velocidad, me dirigí al despacho del director y le dije; discúlpeme, lo siento, necesito unos días de permiso. No se que vería en mis ojos desorbitados que aceptó mi petición con agrado.

Nos despedimos con una sonrisa y volé por las escaleras, monté de nuevo en el coche y llegué a la florería que estaba en la esquina de nuestra casa, y le compré flores; las más bonitas:

La joven en la florería me preguntó; que le escribo en la tarjeta? le dije que pusiera; te llevaré al instituto todas las mañanas hasta que la muerte nos separe!!! llegué a mi casa sin resuello, con flores en las manos y una sonrisa de oreja a oreja, corrí y subí las escaleras, cuando abrí la puerta de la habitación, encontré a mi otra mitad en la cama retorciéndose de dolor.

Mi amor estaba batallando la enfermedad de cáncer y yo estaba tan ocupado con mis cosas, y mis resoluciones que no me di cuenta. Ya sabia desde antes de mi mala nueva que se estaba muriendo, y por eso me pidió un mes de tiempo, para que a nuestro hijo no le quedara un mal recuerdo de mi, para que no tuviera una reacción negativa!!! por lo menos le quedaría en sus ojos, grabado para siempre, que sus padres se amaban con locura...

Llegué a tiempo y superamos aquello.... Y aprendí que el amor verdadero no es solo un capricho, ni una aventura cualquiera.

Antonio Canales