EL PINTO
Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza...
Cuando comer se convierte en todo un ritual para los sentidos.
... Ayer me recibieron Eva y sus hijos y sus nietos, con la dulzura que se recibe a un hermano querido y esperado. Y por la tarde noche; ya que aquí todo ocurre mucho más temprano; desde el amanecer hasta la caída del sol, me llevaron a cenar al restaurante el Pinto. Este nombre proviene de un tipo de caballos Americanos de pura sangre Árabe. Son rápidos y de fondo... De gran Temperamento y muy Inteligentes. Refinados y dispuestos para las labores del campo. Versátiles y obedientes contribuyen, en gran manera, para que la vida al hombre de estas tierras le sea más placentera. Más tarde comprendí porque se llama así este singular Restaurante.
Todo esta refinada hostería es una bella catedral de flores, sabores, aromas y adobes magistralmente decorados, con la maestría que sólo puede imprimir el paso del tiempo sobre las cosas, y el amor y máxima dedicación de unas manos artesanas y predispuestas al milagro. Es todo ello un edén para los sentidos y paladares más exquisitos. Sin estridencias, nada está superpuesto, todo parece haber crecido a la vez. Hasta una vitrina antiquísima con más de quinientas botellas del Tequila más refinado y añejo, de una gama de colores tan diversos y mágicos que iban desde el ámbar más pétreo, hasta el trigo más Rubio y fino. Me impresionó sobremanera, ya que soy buen bebedor de este licor del agave, que al abrir dicha vitrina el perfume me asaltara como un ladrón y me dejara extasiado durante unos segundos eternos... ¡Cuantos siglos de labor había en esas botellas! A cuál más genuina y petulante, densas y exquisitas sus formas vidriales. La música monótona y envolvente me hacia flotar. Los colores de sus techos, suelos y paredes te tramontan a no sabes que tiempo ni edad... Y su trato, para con los comensales, está lleno de una energía espiritual que no es de este mundo. Me impresionó hasta el trance, y quedé sencillamente sin palabras durante largo rato; que ya es difícil. ¿Habré visto cosas y lugares durante mis largas travesías...? Pero no me queda más remedio; y lo hago con sumo placer, admitir que jamás había comido en el cielo, y ahora ya si lo he probado.
Todo esta refinada hostería es una bella catedral de flores, sabores, aromas y adobes magistralmente decorados, con la maestría que sólo puede imprimir el paso del tiempo sobre las cosas, y el amor y máxima dedicación de unas manos artesanas y predispuestas al milagro. Es todo ello un edén para los sentidos y paladares más exquisitos. Sin estridencias, nada está superpuesto, todo parece haber crecido a la vez. Hasta una vitrina antiquísima con más de quinientas botellas del Tequila más refinado y añejo, de una gama de colores tan diversos y mágicos que iban desde el ámbar más pétreo, hasta el trigo más Rubio y fino. Me impresionó sobremanera, ya que soy buen bebedor de este licor del agave, que al abrir dicha vitrina el perfume me asaltara como un ladrón y me dejara extasiado durante unos segundos eternos... ¡Cuantos siglos de labor había en esas botellas! A cuál más genuina y petulante, densas y exquisitas sus formas vidriales. La música monótona y envolvente me hacia flotar. Los colores de sus techos, suelos y paredes te tramontan a no sabes que tiempo ni edad... Y su trato, para con los comensales, está lleno de una energía espiritual que no es de este mundo. Me impresionó hasta el trance, y quedé sencillamente sin palabras durante largo rato; que ya es difícil. ¿Habré visto cosas y lugares durante mis largas travesías...? Pero no me queda más remedio; y lo hago con sumo placer, admitir que jamás había comido en el cielo, y ahora ya si lo he probado.
Antonio Canales
Preciosa descripción de un lugar y momento mágicos. Cuando te leo, siento curiosidad por esos lugares que cuentas, y, aunque mi imaginación me lleve hasta ellos...siempre es mejor estar fisicamente!
ResponderEliminarNo he podido esperar a la tarde...
Hoy todo está gris, el mar, el cielo...Pero me gusta así también.
Gracias por estos momentos, te veo sentado frente a mi con una cervecita en la mano y es un momento precioso.
Te quiero Antonio mío.
Cuando llegue ese momento, en la terraza, con un buen vino en la mano te leeré algunos relatos cortos sobre dragones, doncellas y castillos embrujados. Nos lo pasaremos Divino, no lo dudes. Te quiero mucho mi amiga de mi alma:
EliminarQue bueno estar y disfrutar de esos momentos Antonio siempre te lo digo tienes muchísimas personas que te quieren están ahí aunque no las veas boas noites
ResponderEliminar