SAN VALENTÍN

SAN VALENTIN

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…

El año más largo de la historia duró 445 días. Sucedió en el 45 a.C. Se alargó 90 días para así alinearlo con el año solar. Se le conoce como el << año de la confusión>> 

Pues para mi fue aquel año de 1978 el que se me hizo interminable e incansable, y si llega a durar un poco más acaba con migo completamente.

Yo vivía enamorado de todo y de todos. Había conocido a Teresa a la que le compuse una canción con la guitarra que mi padre me había regalado esos mismos Reyes, y vivía muerto y semi atontado por los huesos de la tal Teresa. Ella era hija del portero del colegio al cual yo asistía, y desde muy temprano podía ver encenderse las luces de su casita que estaba justo enfrente de mi ventana.
Cuantos amaneceres de pasión imaginando despertar a su lado. Pues con ella empecé una relación con la que supe de mis primeros paseos cogidos de la mano sudando a mares por la rabadilla. Y también mis primeros besos que me supieron a Dulce mezclado con algo de sabor a carne y aliento tibio de esa juventud pura y escandalosa. También fueron los primeros pechos que palpé, con adoración, mientras subíamos  en un ascensor a casa de unos tíos suyos en el barrió de los Remedios de Sevilla. Aquel día casi me hago pipí en los pantalones. Y me llevé con el miembro rebelde más de una hora con las manos metidas en los bolsillos y los colores flagrantes en mis mofletes como dos tomates... La verdad que con Teresa de ahí no pasé, pero no me importaba, yo a esa niña la quería para siempre y siempre es un tiempo muy largo en el que ya tendría tiempo de conocerla al completo. Yo, siempre inquieto y soñador, por esos tiempos solía salir al centro de Sevilla los domingos con una pandilla muy liberal a la que, claro está, Teresa no pertenecía. Y en la que conocí a Paqui, de San Jeronimo, algo más mayor que yo y rubia como los campos en Agosto. Con esta alegre pandilla empecé a probar los estímulos de la libertad en todos los sentidos, carnales y espirituales. Esos besos a diestros y siniestros, esos porritos y anfetaminas con ginebra que nos hacían ver las estrellas de colores y el Guadalquivir color de las esmeraldas sin pulir. No tuve que esperar mucho para que casi sin darme cuenta la sangre de Paqui resbalara por mis piernas y sus lágrimas por mi pecho imberbe. Aquello fue una explosión que jamás olvidaré. Os podréis imaginar al otro día en la farmacia mi cara de circunstancia. Porque yo a quien amaba era a Teresa, y cuando llegaban los besos por la tarde a media luz, aquello en carne viva y medio roto, era algo doloroso e insoportable que me hacía ver literalmente las Estrellas de la vía láctea en toda su dimensión. Y por supuesto intenté evitar a toda costa los besos de Teresa durante unos días que se nos hicieron eternos. No me sentía ni culpable ni traidor. Teresa ocupaba toda la extensión de mi corazón, y a Paqui jamás le mentí al respecto. Pero la rubia de San Jeronimo acabó presa de mi amor inevitablemente, aquello me produjo el primer desasosiego de amor. Y aún me quedaba una última cosa que conocer a mis 17 años. Tenía una vecina en el tercero, Maruja, casada con un policía nacional y con dos niños pequeños de la que fui objeto de sus deseos durante un tiempo. Aquello sí era el pecado consumado y deseado por ambas partes. Ese verano lo conocí todo de un golpe. Esperaba que acostara a los niños y que su marido Jorge estuviese de guardia y al tercero subía yo como en volandas. Ella era insaciable y podía hacerme el amor tres y cuatro veces hasta derretirse en aguas y suspiros, y yo era un yogur demasiado comestible. Esas noches calurosas era todo excitaciones y delirios que explotaban en mi virginal cuerpo de adolescente con temblores incontrolables. Ella, Maruja, una hembra de treinta y pocos años experimentada en las artes amatorias, me esperaba desnuda y me amaba en la cocina, en el baño y donde me pillara, y para finalizar me llevaba a la terraza y lo hacíamos allí sobre las baldosas, para vigilar que el susodicho policía no apareciese de imprevisto.
Pero ni por Maruja ni por Paqui cambiaba yo a la Teresa de mi vida.

Y llegó ese año San Valentin... Y tuve que comer tres veces a tres horas distintas. Y aquello se me hizo imposible.
...Teresa acabó casándose con mi mejor amigo, Paqui tiene tres retoños con uno de los de la pandilla de San Jeronimo, y Maruja ha tenido otro hijo más y ahí sigue casada felizmente con Jorge  el policía. Yo tuve que huir. Un día inolvidable de San Valentin.

Formarse no es nada fácil, pero reformarse lo es menos aún.. jijijiiiii


Antonio Canales

7 comentarios:

  1. Un yogur asi me comeria yo un monton. .., con ayucar, con nata , o mejor asi , sin nada, natural , quizas con un poco de pimienta para un sabor mas fuerte, 😄😄😄😄😄😄😄😄😄

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    1. Yogur y pimienta una mezcla explosiva.. a jajajajajajajaja juventud divino tesoro.

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  2. El descubrimiento de la vida, amor sexo y lágrimas. Que bonito escribes y describes lo que es normal y corriente, tú lo haces sublime. Me ha encantado entrever una pequeña parte de tu adolescencia. Precioso mi querido Maestro

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    1. Gracias mi tesoro por existir.... Esa juventud poderosa....

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  3. Alex Leonard amaya31 de enero de 2018, 15:35

    Que peligro con Maruja creo que si un dia vulve el policia antes de la que se arma es poca con el arma y alma del policia tras de ti ais los amores prohibidos y ver Teresa, Paqui,con tus amigos y tal vez Tu preguntandote y con ella como me hubiera ido Ah pues tal vez mejor con....montones de preguntas cuidado con Maruja jajajajaja que lleeloe da igual un balcon que una cama...estupenda narracion haciendo tan bello

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    1. Jajajajajaja madre mía Maruja la de cosas que me enseñó la muy canalla. Yo más que al policía; que también, la temía a ella.... Cuando me la cruzba con la mama en el mercado oleeeeeeeeeee viva la juventud

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  4. Alex Leonard amaya1 de febrero de 2018, 3:31

    Viva Tu forever Gary Cooper del amor Solo ante el peligro jijijij Antonio yo he copiado mil veces no pronuciare Maruja delante de mi Sensey Antonio Canales jijiji

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