LA ORACIÓN

LA ORACIÓN 


Escuchar la primera llamada a la oración, rayando el día, tras los cristales empañados por el vapor del hamman, es un placer que te hace rozar la levedad del ser. Es una sensación de otros mundos ya pasados. Ahí dentro hay verdadero silencio y recogimiento, envueltos en la humedad vaporosa que flota sobre los azulejos y mármoles atávicos. Un dulzor de almizcles frutales va resbalando suavemente entre las columnas de alabastro que sostienen la íntima cueva, y, sobre los poros sedientos de tu piel. 

Los primeros días que asistes a estos baños matinales se produce un verdadero milagro, y despiertan en nuestro interior lugares secretos que estaban adormecidos a causa del mal huso que hacemos de nuestros cuerpos en estos convulsos y precipitados tiempos. Normalmente entras en ayunas, aún con el sueño reposando sobre las pestañas resecas y la lengua pastosa y pesada. Al poco, comienzan a abrirse los poros de tu piel como florecillas silvestres, deseosas de beber de un solo trago el fresco rocío de la mañana. Tu nariz es una fuente salobre y tus ojos dos charcos de mar que se precipitan ajenos a los sentimientos. 

Comienza la verdadera oración, del espíritu y el cuerpo, revestida con sutiles aromas de eucaliptus y mejorana, canela y alhucema. A veces estas solo completamente, pero en otras ocasiones te sientes rodeado de personas en el mismo trance sagrado que tu. Parecen flotar entre la niebla y la luz taimada que consigue abrirse paso tras los verdosos y gruesos cristales, como fantasmas sin edad, ni volumen, ni sexo alguno.

Hacia mucho tiempo que no practicaba la oración, era un acto que había perdido todo el sentido en mi vida, y el haman tampoco es el sitio indicado para ello, sin embargo; mis baños y abluciones acompasadas con el muhacin quejumbroso y dedicado, se convirtieron estos días en la plegaria más íntima y depuradora que había sentido a lo largo de mi vida. Es un encuentro con el todo. Un sabor amargo que nace en el cielo de la boca, y que se va convirtiendo en un estero salado sobre las orillas de tus labios. Sobran las palabras y los idiomas y el color de la piel. Solo el monótono ritmo de las gotas que se precipitan desde las cúpulas del techo, acompañan esta consagración suprema y rebosante de erotismo. Los primeros días llegaba a tener erecciones convulsivas, y sentía pudor por ello. Al final comprendí que no se trataba de ningún tipo de deseo carnal hacia nada, tan solo era que todos los órganos de mi cuerpo y de mi alma cantaban y celebraban a la vez el mismo rezo de la vida.


Antonio Canales 

2 comentarios:

  1. Ese rezo de la vida que llega son aviso pero que con nosotros aunque pensemos siempre está y para siempre nos acompañará rezando a voz alta susurros o silencio total felices sueños con olor a cardomomo a salud y bienestar besicos desde la lejanía más crrcana

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    1. Que grande eres mi Loli, y cada día te camelo más mi campeón... olor a cardamomo me encantaaaaa. Muchos besos desde el Oriente.

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