"BARBACOA”
Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza...
Hace no mucho, gente mía, estuve de “Barbacoa” ya que tengo amigos uruguayos y argentinos, como no; ¿quién no los tiene?, si están por todos lados como los españoles, que siempre andamos tras la conquista de algo, de alguien, o de algún. Pues veréis: ellos hacen sus parrilladas y barbacoas magníficas, símbolos eternos de la hospitalidad y el jolgorio colectivo que une a estos pueblos en piña solidaria y futbolera a más no poder. Y en uno de estos sacrificios yo me encontraba allí haciendo patria…
Cuando ya se había decidido lo del asado y los chorizos, todos los comensales andábamos rondando por la finca despreocupados, charlando acá y acullá y expectantes al fogón; altar y centro de la cuestión. Bueno, púes en uno de esos momentos en los que nadie me hablaba; que son más bien pocos, observé desde mí atalaya, ya que mi fama puñetera me obliga a sentarme siempre en el sitio mas privado y excepcional de todos los saraos a donde acudo, una serie de acciones encadenadas y mecánicas que se pusieron en marcha.
La mujer de mi amigo Eliot, el anfitrión, había comprado las viandas y vituallas por la mañana, y también había preparado la ensalada y reservado la guarnición y el postre para más tarde.
Ahora, en ese intervalo de paz, veo a través de la ventana de la cocina que ella está preparando la carne y el pescado para la barbacoa, y los va poniendo en unas bandejas junto con los utensilios necesarios para el festín; que no son pocos, y los lleva con presteza al exterior donde Eliot ya se encuentra junto a mí; que soy el invitado de gala, y a dos o tres gañanes más con unas cervezas cruz campo bien frías, en las manos, hablando de cosas importantes: que si las cachas de M. Luisa, el pedo de Maradona en el Mundial, las Tetis de la Consuelo, el Culazo del Pancho que es el más bonito de toda la fiesta, (esto no se dice, pero se piensa...), la vestimenta tan hortera del tipo aquel que nadie conoce, que ya no se puede salir a divertirse como antes, que los “Noite Club” son ya una quimera. Y por supuesto, que España y Argentina han hecho un verdadero ridículo en Rusia, esto se reseña cada dos por tres con bastante insolencia, y que la vida esta fatal, pero que muy mal y ta ta ta, ta ta ta…
Mientras tanto llega uno de los momentos culminantes de dicha actividad, mi amigo Eliot pone la carne en la parrilla. Sigo observando y veo que continúa el movimiento. Soles, la mujer del Eliot, pone los platos en la mesa y después trae los cubiertos, en esta ocasión avisa a mi amigo Eliot que la carne se está quemando. Él, muy caballeroso, le agradece esta información vital y aprovecha el muy capullo para pedirle otras cervezas bien frías, mientras se ocupa presto a la emergencia. Ahora viene otro momento importante, el Eliot retira la carne de la barbacoa y se la da a su mujer. ( ¡¡Ojo!!, todo esto es de verdad de la buena, os lo juro por lo más sagrao)
Siguen más trabajos rutinarios: se fuman porros y algún que otro sicotrópico; esto los más jóvenes y no tan jóvenes, entre risas y canciones más antiguas que robar y, la Soles; como no, coloca los platos, la ensalada, el pan, los cubiertos, las servilletas y las salsas para el asado, y con su voz amable y cantarina dice a voz en grito: ¡la mesa está lista chicos!… Comemos sabroso y divertido y lo pasamos a lo grande, y bebemos bastante y bueno. Después de esta comida tan hogareña, deliciosa, afable y familiar, la Soles de nuevo quita la mesa, friega los platos, nos trae el café y, otro momento importantísimo, no se lo pierdan: todos felicitan al Eliot.
Antonio Canales
Increíble pero te aseguro que yo.le hubiera dado las gracias a,Ella por todo su esmero y trabajo y amor que puso en ello....las cosas que no cambian ni se entienden ....Una banderita de besos Antonio
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