NAVIDAD

NAVIDAD

Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…

"LA NAVIDAD" / Este año no se me adelanta El Corte Inglés jijiji/
Se acerca la navidad y siempre vuelve “El dulce niño que habita en mi". La infancia como referente de algo que nunca volveré a recuperar y, al mismo tiempo, algo que nunca me abandona. Familia, pueblo, rodillas llenas de arañazos, tragos largos de agua fresca con anís, juegos interminables, ganas de aprender, miedo a un dios siempre presente, amor por todo lo viviente (excepto las culebrillas de las acequias), tardes de cine y pipas, viajes relámpago al vecino pueblo; a través de la barcaza que cruza el río, sexo en miniatura, papeles pintados, navidad interminable, playa como segundo hogar, amigos y enemigos, terror por las vaquillas que andan sueltas, notas musicales y camisa nueva para la fiesta mayor, partidas de futbolín. Mirinda y cacahuetes, cacaolat caliente y mantas de lana, un perro, un gato, canarios, gusanos de seda, dibujos y escrituras a la luz de la chimenea, el olor a Winston cuando mi tíos llegaban de Alemania, teléfono con noticias que no acababa de entender, la escuela y sus profesores (unos cabrones, otros ilusionadores, la mayoría insuficientes), las niñas con sus faldas plisadas y sus cancioncillas de recreo, los balones de fútbol y los tirachinas, la balsa construida con neumáticos, el refugio de Cañizares cerca del río, las historias y leyendas, los bandos del ayuntamiento, los gritos publicitarios del afilador de cuchillos, el mercadillo de los viernes, la misa del domingo, las excursiones cuatro calles más allá de los sábados, los lunes más felices, las semanas más gratamente cortas y prolíficas, el "Un, dos, tres" y "Los hombres de Harrelson", "Mecano y Radio Futura". Los escotes de Paca Gabardón y las tonterías de Jerry Lewis, los jodidos pantalones cortos y las aventureras botas de agua, los jerséis de lana imposibles y los tejanos de rockero, los calentadores de "Fama", la bola de cristales de la discoteca, el ronroneo del camión de mi padre, el olor a productos químicos de la trastienda de mi madre, el sabor de las aceitunas que preparaba mi abuelo, los repentinos cambios de humor de mi abuela, el color rosado de mi hermana acabada de nacer... Y todo lo demás... Las navidades. ¡¡ Ay las navidades!!... Todo el mundo las crítica pero quien más y quien menos alguna vez se ha divertido con ellas. Que se joda el tío del anuncio que vuelve a casa por navidad y el calvo de la lotería. ¡A la mierda los anuncios!... Detesto los anuncios sensibleros. Hay que divertirse que son dos días. 

Que extraordinarios son todos esos recuerdos de la pequeñez. Al revivirlos es, como si nos contempláramos en un espejo. Esas imágenes, y olores… y colores, son murmullos que se adentran en el bosque enmarañado de la memoria; para dormir remansados y hacernos soñar con lo vivido.


Antonio Canales

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