FALSAS ESPERANZAS

FALSAS ESPERANZAS
Hola: #ángelesde mi #corazón... Soy el #cuenta_cuentosde La #Danza
No dudo, en ningún momento, que los seres humanos saldremos de esta situación dantesca y de todas las que tengan que venir. Al igual que hemos sorteado todas las que han venido ya desde los albores de los tiempos. La tierra es muy bella, pero sin nosotros no tiene sentido alguno ni memoria. Ya que nosotros somos también naturaleza al mismo tiempo; polvo que al polvo regresa. Esta noche tuve un sueño, una premonición...
La falsa esperanza de la que os vengo a hablar, es la de pensar que volveremos al mundo que dejamos agotado y sin sentido. Esto ya es un imposible, y no volverá a pasar. Los códigos han cambiado por completo, y nos hemos quedado, aislados, solos con nuestras antiguas mentiras cada uno en cada cubil.
Ese mundo al que deseamos regresar ya no está, ha dejado de existir. La pirámide social de valores, ética y moral son ahora castillos de arena que se desmoronan ante nuestros ojos, y nos dejan pavorosos, desconcertados y sin aliento. Porque más que una pandemia como otras que la precedieron, esto es un cataclismo universal como otros que también existieron. Todos moriremos de alguna forma, unos para siempre, y otros para nacer a una nueva era desconocida aún. Nuestras fronteras han quedado reducidas al umbral de nuestras casas. Y comprendemos, apesadumbrados, que la supervivencia nos convierte en universos individuales e indivisibles, sin banderas masónicas que desplegar y sin dioses crueles a los que rezar. De que sirven ahora las murallas, el independentismo, los países, el terrorismo, las clases sociales, las alambradas y todos esos artilugios con los que el hombre ha ido construyendo a lo largo de los siglos su propia carcel...
Esta tragedia nos ha herido donde más duele, en la soledad y el desapego. Ya no podemos respiramos ni sentir nuestros alientos ni vivirnos con pasión unos otros. Un abrazo es un rico premio y un beso la lotería completa. Se acabaron nuestras tradiciones, estás; ahora, solo sirven para sobrevivir del recuerdo que no queremos abandonar. Y, también, se acabaron los códigos por los que nos regíamos, esos han quedado obsoletos y sin valor. El mundo que conocíamos ha pasado a la historia. Y la tierra necesita prepararse para que sus pobladores vuelvan a ella con unos códigos nuevos. Ahí radica nuestro cometido como seres humano. El mundo no sanará porque encontremos un antídoto para esta plaga, el mundo debe resucitar para poder volver a respirar. Estamos en las tinieblas de nuestros sepulcros y no queremos creer; porque nos parecen mentiras los prodigios, que solo un verdadero milagro, una permuta total y drástica nos podrá salvar. Ya no hay oficios, expedientes ni beneficios. La tierra nos ha expulsado ha nuestras cuevas y todos los códigos antiguos son solo ya, consuelo de tontos. Debemos prepararnos para vivir un nuevo milenio, una nueva forma de entender la existencia. Ningún líder nos salvará, ningún Iluminado nos alumbrará, ningún santo nos llevará a ningún cielo y ningún diablo nos amedrentará con quemarnos en ningún infierno. Todos estos mecanismos son ya historia de otros tiempos. Es duro, muy duro a lo que nos enfrentamos, y seguramente seremos recordados como los pioneros del siglo XXI. Se nos hace muy difícil sentir y asimilar que nuestras armas y códigos ya son inservibles fuera de nuestras ventanas y balcones. Todo esto nos tiene en un sin vivir, pero también habíamos escuchado una y mil veces de la llegada de esta Apocalipsis no anunciada. Estamos ante un comienzo desconocido e incierto y esto nos llena de temor y pánico.
Por ello debemos ser observadores de los acontecimientos, y obrar como nos vaya dictando la tierra. Para volver a construir una nueva forma de vida en ella, y salir renovados y purificados de este antiguo mundo en llamas, que se nos va consumiendo en silencio para siempre.
Antonio Canales

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