GAINESVILLE
Hola: ángeles de mi corazón... Soy el cuenta cuentos de La Danza…
Estamos saliendo desde Gainesville, tierra medio deshabitada y ultra conservadora, hacia Miami. Esta vez vamos en un súper autobús, aunque bastante decadente, pero yo prefiero mil veces y una desplazarme por el duro asfalto, que volar como pajarillos indefensos por los Estados Unidos. Ya que huelga decir el trastorno que ocupan los viajes en avión, prefiero lo terrestre de todas, todas.
La compañía va animada y distendida. Estamos al comienzo de esta gran gira por USA y aún no ha hecho mella el cansancio ni la desidia. Ni todos esos ingredientes que se van acumulando día a día y hacen que salten chispas peligrosas, y se agrien los pensamientos hasta el hastío. En esos momentos, y sobre todo por las mañanas, es cuando se le pone a uno cara de muy pocos amigos. Estos primeros lances de las giras son como el primer amor, y son los que a mi más me gustan. Las gentes son alegres, amables, hasta gastan bromas, y ofrecen sus favores sin pensarlo ni mucho ni poco. Dicharachero y feliz es el ánimo general. Y con una soltura, cuasi infantil, los artistas hacemos manifiesta la mejor versión de cada uno. El tiempo es lluvioso y muy húmedo; es lo que tiene la Florida, aunque hace un frío que los lugareños jamás han presenciado y al cual no están ni acostumbrados ni preparados para sufrirlo... Y, claro está, ves a la gente con abrigos y chaquetas de difíciles estilos y maneras, atropellados sobre el cuerpo; diría yo, soportan estos rigores vestidos como payasetes furibundos de una Troupe de buhoneros de los años setenta. Y a todas horas van maldiciendo a los infiernos por estos cambios inexplicables, calamitosos y apocalípticos.
Hoy flota en el ambiente la tragedia arrebatada y enloquecida por la gran pérdida de nuestro buque insignia Paco de Lucía, y una pena muda nos une a todos en una sola madeja; como hilos de un capullo de seda... Ayer sufrimos mucho durante la representación. Queríamos dedicar a nuestro ídolo todo el arte del mundo, pero llorando no se pueden dedicar nada más que lágrimas amargas. Hoy no brilla el sol de la Florida, pero si hay un atisbo de calor humano sobre nuestras cabezas que nos va devolviendo la esperanza. Esa, la que parece siempre ser el salvavidas gratuito de la humanidad... Vamos deslizandonos bucólicos y ausentes por carreteras interminables de tres carriles o más, escoltadas a ambos lados por pantanales tan tupidos como la trama de una silla de anea. Y estas ciénagas tenebrosas nos van llevando hacia otra América. Miami la cubana.
Antonio Canales.
Aquí me tienes mi Antonio. La desaparecida que aún sigue bloqueada, pero que he disfrutado de tu viaje en autobús. Me has hecho volver a ese momento tan duro y triste para los amantes del arte que es la pérdida de Paco de Lucia. Sabes que te quiero mucho. A veces me pierdo por mis pensamientos, pero mis sentimientos siguen ahí. Besoooooooos
ResponderEliminarTe quiero y te admiro m Rosa. No quiero sentirte triste. La tristeza no te merece. Porque eres un ángel del cielo. Muchos besossss mi corazón de sal.
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