LOS MILAGROS

“LOS MILAGROS"
Hola: #ángeles de mi #corazón... Soy el #cuenta_cuentos de La #Danza.
... Aquella mañana me levanté temprano y con el corazón lleno de energías. Iba a tener la suerte de visitar unos lugares aquí; en la Atenas del mundo, muy particulares. A mi esas cosas me entusiasman y me divierten y me llenan de curiosidad... Llegué motorizado, que es la mejor forma de moverse por esta caótica urbe. Ya en la plaza donde dejamos instalada la súper moto Vraqui, la negrita, que así la llama su dueño, pude observar un ir y venir de gente muy distinta a la que se encamina al Agora o a la Acrópolis. Otros puestos muy diferentes a los turísticos, de esos que venden lazos caliente bañados de sésamo y que ellos comen a todas horas dulces y salados, escoltaban la vereda que sube a 149 metros de altitud sobre el nivel del Mar. Y es que, por supuesto, la mejor forma de ver una buena puesta de sol, o un buen amanecer en Atenas es desde alguna de sus colinas. Nosotros nos decidimos por la de Filopapos o la colina de las Musas como se la llamaba antiguamente, ya que no suele haber muchos turistas. La mayoría se decantan más por el Monte Licabeto, que tiene funicular. Esta hay que coronarla a pie si o si.
Para llegar hasta la cima de las musas, lo hacemos con un agradable paseo de 15 minutos por un camino entre olivos, y con la boca seca y los fuelles como dos aeroplanos buscando aire, y es que este lugar es uno de los más altos de Atenas.
Allí se encuentra el Mausoleo de Filopappos, un monumento funerario de doce metros de altura y de mármol blanco, en homenaje a Julio Antiochus Filopappos construido por los habitantes de Atenas en honor a este cónsul. Pero esto es lo de menos, y además ni me detuve un minuto siquiera a mirar tal tumba... En la colina están impresos otros tipos de historias y de cosas muchísimo más interesantes que esta nimiedad. En ella hay importantes restos arqueológicos, recuerdos milenarios tallados en la piedra de su populosa Vía, y muchos otros lugares enigmáticos como la Iglesia Bizantina de San Demetrio Lumbardiaris del siglo XVI; que ahí es donde yo quería llegar.
Pues así se nos presentó la hermosa amanecida, cuasi primaveral, con el barrio del Pireo y el Golfo Sarónico bañados por el mar Mediterráneo por un lado, mientras se escondía entre las montañas la luna perezosa. En la zona peatonal de Dionysiou Areopagiti, al pie de la colina de Filopapos, encontramos una pequeña iglesia dedicada a San Demetrio el Bombardero. Aunque se cree que se edificó durante la ocupación turca, hay quienes la sitúan en el siglo IX. Una leyenda fascinante da nombre a la iglesia, aunque la beata que después nos informó, nos hizo saber de más de unas cuantas de leyendas fascinantes y misteriosas. Se cuenta que el 25 de octubre de 1658 un oficial otomano que vivía en Atenas se enfadó con los fieles que se habían reunido en la iglesia para celebrar el día de San Demetrio y decidió destrozar el edificio y a sus ocupantes con cañonazos que dispararía desde la Acrópolis. Poco antes del lanzamiento, una fuerte tormenta destrozó todos los cañones y salvó la pequeña iglesia.
Se trata de una basílica con una cúpula y una sola nave, de techo redondo y suelo de adoquines. Se han añadido al edificio detalles arquitectónicos antiguos, como una pequeña columna como base del altar y otras dos similares a la entrada del patio. Cuando la iglesia fue rehabilitada en 1955, bajo la dirección del arquitecto Dimitrios Pikionis, se descubrieron frescos posbizantinos, que según la beata, cuando los turcos asediaron Atenas a punta de sus afiladas dagas, fueron rebanando cuellos y borrando el rostro de todos los santos que había pintado en las paredes de esta pequeña iglesia Bizantina... También siempre fue un refugio de trabajadores, al cual este santo Bombardero ha protegido siempre. De ahí que los días cuatro de diciembre, llenan el cuadro con flores y lo pasean por Filopapos como si fuese la virgen del Rocío. Hubo Papas ortodoxos que se auto oficiaron misas en privado unos a otros, y algún que otro Padre ortodoxo se encarga de oficiar misas en la madrugada. Nos contó infinidad de milagros de este tal San Demetrio. Y, por supuesto, la Santa que veneran también en este antiquísimo local, es Santa Bárbara. No podía ser de otra forma, es la santa de los truenos...
Pues entre bombas y truenos pase la mañana esta deliciosa.
A la iglesia se llega por un camino pavimentado, con piedras gastadas por las lluvias y los temporales, y santificadas con las lagrimas que derramaron y derraman los fervorosos feligreses, que atraviesa un paisaje típicamente mediterráneo e idílico.
Pero yo jamás podré olvidar el olor a pinos y a canela y a una sustancia misteriosa que había dentro de ese lugar... Lo invisible se me hizo corpóreo en el olfato. Y os aseguro que todo lo que me contó la dichosa beata es cierto. No os lo podéis perder cuando vengáis a Atenas de visita.

Antonio Canales...

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