EL CONSUMISMO

EL CONSUMISMO
Hola: #ángeles de mi #corazón... Soy el #cuenta_cuentos de La #Danza
Nos ha pillado por sorpresa, cierto, pero no cabe duda que lo estábamos esperando desde hace bastante tiempo, y sabíamos de sobra que las profecías y malos augurios siempre se cumplen. La verdad, sea patente, que al principio nos sonó bastante normal que un pequeño bichito desconocido nos viniera a visitar. Y nuestro ego y confianza, nos jugó una mala pasada, acabó convirtiéndose en el colchón perfecto para que este intruso y sabio animalito durmiera a sus anchas y largas en nuestras casas y en nuestras calles y en nuestras mentes. A nosotros; los súper humanos, que siempre hemos mirado muchos más al cielo, las estrellas y los planetas, que a la tierra que pisamos. Y que hemos conquistado el espacio sin gravedad, atravesando la barrera del sonido y no se cuántas y cuantas heroicidades más, ni se nos pasaba por la cabeza que algo tan pequeño y monstruoso nos iba doblegar y vapulear hasta lo más íntimo de nuestros tuétanos, y hacer temblar los cimientos universales del poder más absoluto.
Todos respirábamos una tercera guerra mundial... Era inminente que en este siglo; como ha pasado en todos los comienzos de siglo; este además un milenio, se desencadenará la tragedia más pronto que tarde. Fuimos consientes de ello, completamente, desde que vimos derrumbarse ante nuestros ojos dos enormes torres en pleno corazón del impero, aquello produjo una oleada de odio y muerte sin precedentes, y ya fue imposible volver atrás Cada día presenciamos atónitos en el telediario los horrores de nuestro propio y despreciable orgullo. Sin importar que nuestros hijos menores contemplaran como unos soldados disparaban a un padre que protegía a su hijo pequeño y pedía auxilio arrinconado contra una pared. O ver, a cámara lenta, a gente degollada en directo como en la época medieval, o mujeres apedreadas en plena calle y cosas por el estilo, y aún así seguíamos comiendo tan ricamente con una frívola indolencia no antes conocida, doblegados y sumisos a la era del consumismo, que no es otra cosa que el dragón voraz y monstruoso del siglo pasado y de este por el que transitamos, penosamente, a tientas y a media luz. Llegaron a ser tan normal estas tragedias que nos hicimos inmunes al dolor y a la compasión, y unos expertos en hacer la vista gorda sin que nos afectara lo más mínimo ver sangre a borbotones derramándose por la pantalla del televisor al lado de nuestras lentejas. Si; Iba a estallar, más la tierra no quiso y nos paró en seco. Ella es más amorosa y compasiva que nosotros, y a su vez más despiadada y salvaje. Algo diminuto y feroz y mucho más sabio que cualquiera de los científicos nacidos, nos desenmascaró y nos humilló y nos destrozó todos los planes, nos partió por la mita, y nos señaló literalmente como a unos perfectos idiotas. Aún más monos que personas, engreídos y sabios en nuestra propia opinión, en cuatro palabras: nos dejó en pelotas, por mucha diplomacia con la que queramos adornar la situación y esconder el bulto.
Ni nuestras armas sirven para nada. Ni nuestros avances en medicina y tecnología son un rival para tanta Corona. No hay mas rey ni reina que el. 
Nos devolvió a las cavernas, y nos bajó los humos de un solo golpe. Y ahora nos mira cara a cara con una sonrisa de oreja a oreja viendo como seguimos arrancándonos la piel a tiras uno a otros llenos impotencia. Queriendo mantener un estatus que el visitante diminuto se ha encargado de estrellarlo contra el suelo de nuestros propios sesos. Pero ni siquiera así asoma la más mínima gota de nobleza en la punta de nuestras cejas fruncidas y contrariadas. A nosotros nos gusta engañarnos y seguir aparentando, como si no pasará nada, cada uno desde su balcón para que no se nos caigan los palos del sombrajo. Esa es la única forma de vigilarnos los unos a los otros, para que nadie pase la frontera que no le pertenece. Son códigos invisibles y tácitos de los que se sirve este monstruo del consumismo, para seguir devorando y alimentando su codicia sin descanso. Esa es la única forma de liberar la bilis que se nos ha acumulado en el hígado, a base de comernos los mocos de nuestra incorregible soberbia.
El Consumismo: es el verdadero rey de todos los males y todas las grandes guerras de estos últimos lustros que estamos mal viviendo la humanidad. El es el principio y el fin, el que no tiene nombre, el ángel de luz de estos tiempos. Y a ese Dragón demoniaco, que al final va ser el causante de que nuestro planeta explote en mil pedazos, es al que viene a exterminar nuestro sabio y doloroso bichito con patas. Presten mucha atención a este nuevo inquilino.
Antonio Canales

2 comentarios:

  1. La magia de tus palabras Maestro al leerlas me dan hasta escalofríos .
    Cuidate mucho 🙏🏼💞

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    1. Eres un ser lleno de sensibilidad mi Beni. Te quieroooooooo millones.

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